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Sam Altman, conocido por ser el fundador de OpenAI y el cerebro detrás de ChatGPT, ha dado un paso más allá en su carrera, enfocándose en una ambiciosa investigación económica destinada a identificar el salario mínimo universal ideal. A través de su organización sin fines de lucro, OpenResearch, Altman diseñó un experimento social en el que distribuyó 1.000 dólares mensuales a familias en situación de vulnerabilidad, sin imponerles restricciones sobre cómo utilizar esos fondos.

Este proyecto, que comenzó en 2019, contó con una inversión total de 60 millones de dólares, 14 millones de los cuales provinieron directamente de Altman.El experimento de Altman involucró a 3.000 personas de Texas e Illinois, todas con ingresos anuales inferiores a 28.000 dólares. Los participantes fueron divididos en dos grupos: uno que recibía 1.000 dólares mensuales durante tres años, y un grupo de control que recibía apenas 50 dólares mensuales.

Los resultados fueron reveladores:

  • Reducción del estrés financiero y la inseguridad alimentaria: Durante el primer año, los beneficiarios experimentaron una notable disminución en el estrés relacionado con las finanzas y en la inseguridad alimentaria. Sin embargo, esta mejora se fue atenuando en los años posteriores.
  • Aumento del ahorro y del gasto en necesidades básicas: Los participantes que recibieron 1.000 dólares mensuales reportaron un aumento en sus gastos en alimentos, alquiler y transporte, junto con un incremento del 25% en sus ahorros. Además, estos individuos mostraron una mayor disposición a brindar apoyo financiero a familiares y amigos.
  • Impacto limitado en la salud y el empleo: No se observaron mejoras significativas en el acceso a la atención médica o en la salud física y mental de los participantes. Además, aunque los ingresos aumentaron en todos los grupos, las tasas de empleo disminuyeron levemente, con un crecimiento de ingresos ligeramente mayor en el grupo de control.
  • Mayor interés en la educación y la planificación financiera: Hacia el tercer año del estudio, los participantes demostraron un interés creciente en avanzar en su educación y en la elaboración de presupuestos, aunque esto no se tradujo en un aumento significativo en la obtención de títulos académicos.

La investigación de Sam Altman ofrece una perspectiva valiosa sobre los efectos de un ingreso básico universal, subrayando tanto sus beneficios como sus limitaciones. A medida que se sigue debatiendo sobre la viabilidad de implementar un salario mínimo global, este estudio proporciona datos cruciales que podrían influir en futuras políticas públicas a nivel internacional. Aunque los resultados presentan matices, el trabajo de Altman refuerza la importancia de buscar soluciones innovadoras para mejorar la calidad de vida de las personas más vulnerables.