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El auge de los autos eléctricos, que prometía revolucionar la industria automotriz, ha entrado en una etapa de ralentización global. Desde mediados de 2023, los primeros signos de enfriamiento del mercado comenzaron a aparecer en Europa y Estados Unidos. Este fenómeno se ha intensificado en 2024, a medida que varios gobiernos han retirado las subvenciones que incentivaban la compra de estos vehículos.
Durante el primer semestre de 2024, la desaceleración quedó evidenciada en las cifras de ventas y en las decisiones estratégicas de varias marcas automotrices. Empresas que habían proyectado alcanzar el 100% de producción de autos eléctricos para 2030, han extendido esos plazos hasta 2035. Además, algunas inversiones en plantas de baterías han sido suspendidas, debido a la disminución en la demanda que ya no justifica los altos costos.
La principal razón detrás de esta caída en las ventas es la eliminación de subsidios gubernamentales, que hacía más atractiva la compra de autos eléctricos. A esto se suma el elevado precio de estos vehículos, que cuesta aproximadamente un 40% más que sus equivalentes con motor de combustión interna, y la insuficiente infraestructura de carga, lo que genera ansiedad en los consumidores sobre la posibilidad de quedarse sin batería durante sus viajes.
El caso de Alemania es un ejemplo destacado de esta tendencia. Según datos de la Autoridad Federal de Transporte (KBA), en julio de 2024, las ventas de autos eléctricos cayeron un 37% en comparación con el mismo mes del año anterior, representando solo el 13% del total de ventas de autos, una disminución significativa frente al 20% registrado en 2023.
La situación es similar en otros países europeos. Suecia, uno de los líderes en adopción de vehículos eléctricos, experimentó una caída del 15% en sus ventas, mientras que Suiza registró una disminución aún mayor, del 19% en el mismo período.
En América del Norte, grandes fabricantes como Ford y General Motors han comenzado a redirigir sus inversiones hacia vehículos híbridos e híbridos enchufables, al mismo tiempo que ajustan sus metas de ventas de autos eléctricos. Aunque la producción no ha sido cancelada, sí se observa una reevaluación de objetivos a la luz de la desaceleración del mercado.
El desafío ahora radica en recuperar la confianza del consumidor y hacer que la movilidad eléctrica sea accesible para un público más amplio, en un momento en que las grandes promesas de la revolución eléctrica parecen estar tambaleando.