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Un hallazgo inesperado reescribe la historia del planeta más cercano al Sol.

En un descubrimiento que desafía las ideas preconcebidas sobre la composición de Mercurio, un equipo internacional de científicos ha encontrado evidencia convincente de la existencia de una capa de diamante sólido bajo la superficie del ardiente planeta. Esta capa, que se estima tiene un grosor de hasta 18 kilómetros, se encuentra en la zona de límite entre el núcleo y el manto de Mercurio.

Un tesoro escondido bajo condiciones extremas

La presencia de diamantes en Mercurio, un mundo abrasado por el calor del Sol y bombardeado constantemente por meteoritos, parece a primera vista una paradoja. Sin embargo, las condiciones extremas de presión y temperatura en el interior del planeta habrían creado un ambiente propicio para la formación de este material precioso a partir del grafito presente en el manto.

El descubrimiento por ahora no tiene fines prácticos, ya que los diamantes no pueden ser extraídos.

Un nuevo capítulo en la comprensión de Mercurio

Este hallazgo no solo tiene implicaciones para la historia geológica de Mercurio, sino que también podría ayudar a explicar algunas de sus características más desconcertantes, como su fuerte campo magnético, inusual para un planeta de su tamaño. La capa de diamante podría actuar como un conductor eléctrico, facilitando la generación de corrientes que dan lugar al campo magnético.

Un futuro incierto para la exploración espacial

Si bien la noticia del descubrimiento de diamantes en Mercurio ha despertado la imaginación de muchos, la posibilidad de explotar este tesoro espacial es, por ahora, solo eso: una posibilidad. Las extremas condiciones del planeta hacen que cualquier intento de minería sea extremadamente desafiante, si no imposible, con la tecnología actual.

Los modelos comprobaron que las condiciones estaban dadas para la formación de diamantes.

Un hito en la ciencia planetaria

Sin embargo, más allá de su potencial económico, el descubrimiento de esta capa de diamante marca un hito importante en nuestra comprensión de Mercurio y, por extensión, de la formación y evolución de los planetas rocosos en nuestro sistema solar. Es un recordatorio de que incluso en los rincones más remotos y hostiles del cosmos, aún queda mucho por descubrir.