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La farmacéutica británica AstraZeneca ha decidido retirar su vacuna contra el COVID-19 a nivel mundial, marcando el fin de una era en la lucha contra la pandemia. Esta decisión implica la retirada de todas las dosis restantes y el cese de su distribución comercial, dejando a otras vacunas como Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson al frente de la campaña global de inmunización. El anuncio ha generado diversas dudas sobre los motivos detrás de esta retirada y el impacto que tendrá en el panorama de la salud pública. Aquí desglosamos lo que ocurrió con la vacuna de AstraZeneca.

La retirada de la vacuna de AstraZeneca no debería causar problemas significativos en la disponibilidad de dosis a nivel global, dado que la mayoría de las campañas de vacunación han avanzado significativamente. Otros laboratorios, como Pfizer y Moderna, han incrementado su producción para cubrir la demanda. AstraZeneca, por su parte, continuará con otros proyectos relacionados con COVID-19, enfocándose en tratamientos específicos y en reforzar su línea de productos contra enfermedades respiratorias.

Motivos detrás de la retirada

AstraZeneca ha señalado que el retiro de su vacuna, desarrollada en colaboración con la Universidad de Oxford, obedece a una disminución en la demanda mundial de vacunas contra el COVID-19. La disponibilidad de otras vacunas efectivas, combinada con una menor tasa de vacunación en algunos países, ha hecho que la vacuna de AstraZeneca ya no sea necesaria en la misma medida que antes.

Además, el laboratorio enfrenta una serie de desafíos legales y problemas de percepción pública vinculados a efectos secundarios como la trombosis, aunque estos casos fueron raros. Estos desafíos impactaron negativamente en su reputación y generaron dudas en varios mercados, reduciendo la confianza de algunas naciones y ciudadanos hacia la vacuna.

A principios de la distribución, varios países europeos suspendieron temporalmente el uso de la vacuna de AstraZeneca tras la aparición de casos raros de trombosis (coágulos sanguíneos) acompañados de un bajo nivel de plaquetas. Esta condición, conocida como trombocitopenia, generó preocupación en algunos sectores médicos y de la población. Aunque la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) concluyó que los beneficios superaban los riesgos, recomendó advertencias más claras sobre estos posibles efectos secundarios.