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La nueva obra de los hermanos Salazar, “Colibrí”, se adentra en el complejo mundo de la transición hacia la paternidad con una sensibilidad que recuerda al cine psicológico y humanista de Noah Baumbach. Este segundo largometraje de los directores, que previamente nos cautivaron con “Nowhere” (2020), presenta una historia profundamente humana y sencilla, enmarcada en una narrativa que explora las crisis personales de una joven pareja frente a la llegada de su primer hijo.

Colibrí: Un drama sobre el amor, la familia y la búsqueda de identidad llega a las salas de cine colombianas | El Metro | Somos más que información

La trama sigue a Catalina (Nathalie Rangel) y Germán (Simón Elías), dos jóvenes cuyos sueños y preocupaciones se entrelazan en un momento decisivo de sus vidas. Catalina, una optómetra que aún lleva el peso de una tragedia familiar reciente, enfrenta el embarazo con la esperanza de reconectar con su hermano músico, del que se distanció tras el fatídico accidente que costó la vida de sus padres. Germán, un dramaturgo que lucha con la falta de éxito en su carrera y la presión económica, también se ve confrontado por el desafío de mantener una familia mientras lidia con la inseguridad profesional y personal.

La dirección de los hermanos Salazar no escatima en ofrecer una visión auténtica y sincera de los dilemas cotidianos que enfrentan los protagonistas. “Colibrí” se aparta del melodrama superficial y opta por una aproximación más íntima, enfocándose en la vulnerabilidad y las complejidades emocionales de sus personajes. La película logra capturar la esencia de una relación en crisis con una ternura y humanidad que resuena a lo largo del metraje.

Aunque las actuaciones de Rangel y Elías podrían haber sido más contundentes, el filme se ve compensado por una dirección meticulosa y una narrativa bien estructurada. La historia, aunque no exenta de desafíos, se destaca por su habilidad para abordar el peso del pasado y la incertidumbre del futuro con una honestidad conmovedora.

En resumen, “Colibrí” es una exploración honesta y reflexiva del viaje hacia la paternidad y los retos personales que lo acompañan. La obra de los hermanos Salazar, al igual que su anterior filme, destaca por su capacidad para conectar con el espectador a través de una representación realista y emocionalmente resonante de la vida y el amor en tiempos de cambio.