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El cómic The Crow, concebido por James O’Barr en 1989, ha sido un símbolo de venganza y redención desde su publicación. La trágica historia de Eric Draven, un hombre que regresa de la muerte para vengar el asesinato de su prometida, se convirtió en un clásico de culto gracias a su atmósfera oscura y gótica. La adaptación cinematográfica de 1994, dirigida por Alex Proyas y protagonizada por Brandon Lee, marcó un hito en el género de los superhéroes con una ejecución estilística y una banda sonora memorable que resonaron en los corazones de muchos.

Sin embargo, las secuelas y adaptaciones posteriores, como The Crow: City of Angels (1996) y The Crow: Salvation (2000), no lograron capturar la esencia del original, y la serie de televisión de 1998, Stairway to Heaven, aunque bien recibida, no alcanzó la grandeza de la primera película. The Crow: Wicked Prayer (2005) fue el último clavo en el ataúd de la franquicia, siendo una entrega ampliamente criticada por su deficiente calidad y ejecución.

Años después, la idea de un remake de The Crow resurgió, generando expectación y, a la vez, una serie de decepciones. La película en cuestión, dirigida por Rupert Sanders y protagonizada por Bill Skarsgård, ha sido recibida con una mezcla de desaprobación y desilusión. La sombra de Brandon Lee es aún más prominente al comparar esta versión con la icónica interpretación del actor fallecido.

El intento de revivir The Crow bajo la dirección de Sanders ha resultado en una mezcla confusa de hiperviolencia y falta de cohesión. Bill Skarsgård, conocido por su papel como Pennywise en It, ofrece una interpretación que, aunque esforzada, no logra capturar el magnetismo de Lee. La falta de química entre Skarsgård y su co-protagonista FKA twigs resulta en un romance plano y poco convincente. La atmósfera oscura que caracterizaba al original se pierde en una maraña de violencia gratuita y una banda sonora que parece un intento fallido de capturar el espíritu de la Generación Z gótica.

Uno de los mayores fallos de esta versión es su intento de ser más oscura que el Batman de Robert Pattinson, pero sin el estilo ni la elegancia de ese enfoque. Las coreografías de las peleas son erráticas, y la caracterización de los villanos carece de la presencia intimidante que ofrecían sus predecesores, como Michael Wincott e Iggy Pop. La película parece un desfile de tópicos y clichés sin la profundidad emocional necesaria para resonar con el público.

En última instancia, The Crow (2024) se siente como una oportunidad perdida. Aunque respeta ciertos elementos del cómic original, su falta de cohesión y originalidad la relegan a una mera sombra de su predecesora. La película recuerda amargamente la falta de Brandon Lee, cuya interpretación aún eclipsa cualquier intento de resucitar este icónico personaje. Al final, se confirma que no todas las películas deben ser remasterizadas, y algunas historias están destinadas a permanecer como leyendas, no como reminiscencias fallidas de un pasado glorioso.