El vídeo se convirtió en un éxito, tan solo en las primeras 72 horas desde su publicación consiguió cerca de 6 millones de reproducciones. Lanzado tan solo unas horas antes de que el huracán Fiona llegara a Puerto Rico, causando un apagón que dejó a más de 1 millón de personas a oscuras, una situación que se repite con frecuencia y que Bad Bunny denuncia en su videoclip. Estos son algunos de los graves problemas de Puerto Rico sobre los que arroja luz “El Apagón”:
Los apagones sin solución
Después del devastador paso del huracán María en 2017, el gobierno de Puerto Rico firmó un contrato por 15 años con una empresa privada estadounidense-canadiense, Luma Energy, para que se convirtiera en el nuevo operador de energía de la isla. Su labor es reestablecer y administrar la infraestructura eléctrica que quedó en muy mal estado luego del huracán, para que la isla no vuelva a padecer la falta de electricidad durante días, semanas y hasta meses.
El reportaje de Graulau expone cómo los apagones siguen, de hecho, señala dos ocurridos este año, uno en abril, tras una explosión en la central eléctrica Costa Sur de Guayanilla, el cual dejó a más de un millón de boricuas sin luz. El otro apagón grave se dio en agosto pasado, en el Hospital Universitario de Adultos, que estuvo casi un día sin electricidad, poniendo en riesgo las vidas de los pacientes.
Bianca Graulau, además, señala que los puertorriqueños han visto siete aumentos consecutivos en la factura de luz, pese a que el servicio no ha mejorado. Por esto Bad Bunny canta: “Maldita sea, otro apagón“.
La “gentrificación” en San Juan
Otra denuncia del reportaje es el desplazamiento de los habitantes de barrios populares de San Juan, quienes se han visto forzados a dejar sus viviendas ante la llegada de promotores inmobiliarios, un fenómeno mundial que se da en ciudades turísticas y que es conocido como “gentrificación”.
Muchos residentes han recibido el “Aviso de 30 días para desalojar”.
“Vamos a ser extranjeros en nuestra propia patria”, se queja en el video de Bad Bunny un vecino de Puerta de Tierra de San Juan, un barrio que históricamente ha albergado viviendas populares pero que tiene una posición altamente deseada al estar próxima a la zona turística del Viejo San Juan.
La “privatización” de las playas
Lo que ocurre en la playa del Dorado, al oeste de San Juan, es un ejemplo de cómo los desarrollos turísticos privados están restringiendo el acceso a las playas públicas de la isla, señala el reportaje. A pesar de que la ley exige que haya accesos a través de las propiedades privadas, y que se respete un margen de 20 metros de playa para uso público, las autoridades no siempre hacen valer la norma. Por esto, algunos hoteles, villas, clubes y propiedades privadas pueden tener sus porciones de playa exclusivas de manera indebida.
“Una piscina en frente de una playa, ¿qué necesidad hay de eso? Invadiendo el hábitat de tortugas”, lamentaba un vecino en una playa de Rincón, en el oeste de la isla. Grupos de puertorriqueños en esa localidad han tomado acción por su cuenta.
Luego de días de protestas ante un condominio, los manifestantes derribaron una construcción ilegal de una piscina en terreno público tras obtener un fallo judicial favorable. El caso fue una victoria que “El Apagón” enmarca como una muestra de que los boricuas luchan por sus derechos.