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Taylor Swift ha causado un gran revuelo en la industria musical con sus regrabaciones de éxitos antiguos, etiquetadas como “Taylor’s Version”. Estas nuevas versiones no solo han acumulado miles de millones de reproducciones, sino que también han disminuido el valor de las grabaciones originales que Swift no poseía.
Según precisiones de Billboard, como resultado, las principales discográficas, como Universal Music Group, Sony Music Entertainment y Warner Music Group, han modificado sus contratos para nuevos artistas, exigiendo que esperen hasta 10, 15 o incluso 30 años para regrabar lanzamientos después de dejar sus compañías discográficas.
Anteriormente, los contratos estándar de las grandes discográficas establecían que los artistas debían esperar cinco a siete años desde la fecha de lanzamiento original o dos años después de que expirara el contrato para poder regrabar sus canciones. Sin embargo, ahora los abogados están recibiendo contratos que amplían ese período a 10 o 15 años o más, y están luchando contra estas restricciones.
El caso de Swift ha transformado la idea de regrabar maestras de ser una cláusula arcaica en los contratos a convertirse en un tema ampliamente debatido. Las discográficas están tratando de prevenir que situaciones similares ocurran en el futuro, pero los representantes de los artistas están resistiendo estos cambios. Además, los artistas y sus abogados se están moviendo hacia acuerdos de licencia, donde retienen la propiedad de sus grabaciones maestras y firman con discográficas solo para la distribución de música por un período limitado, en lugar de contratos de grabación tradicionales donde la discográfica posee todo.
Este cambio en la industria, impulsado por Swift, ha llevado a las discográficas a tomar medidas drásticas para proteger sus intereses, lo que ha generado preocupación y resistencia entre los artistas y sus representantes.