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En un caso sin precedentes, un agricultor canadiense ha sido multado con 82.000 dólares por enviar el emoji del pulgar hacia arriba en respuesta a un contrato de compra de lino. Chris Achter, propietario de una empresa agrícola en Swift Current, Saskatchewan, utilizó este emoji para responder a un mensaje relacionado con el contrato. Sin embargo, meses después, cuando llegó el pedido de lino, Achter se negó a recibirlo, alegando que no había aprobado el contrato.
El núcleo del debate legal giró en torno a la interpretación del emoji. Mientras que Achter argumentó que su uso del emoji simplemente indicaba que había recibido el contrato, los vendedores y el juez entendieron que el emoji denotaba la aprobación de los términos del contrato. El juez T.J. Keene, en su veredicto, expresó que estaba convencido de que Achter había dado el visto bueno al contrato, similar a cómo lo había hecho anteriormente, pero esta vez utilizando el emoji del pulgar hacia arriba.
La controversia llevó a una investigación exhaustiva para determinar el significado exacto del emoji del pulgar hacia arriba. Durante el juicio, se discutió ampliamente sobre cómo se interpretan los emojis en contextos legales y contractuales. El caso destaca la importancia de la comunicación clara en la era digital, especialmente cuando se trata de acuerdos formales.
Este insólito juicio ha capturado la atención del público y de los medios de comunicación, generando debates sobre cómo los emojis, que son comunes en la comunicación diaria, pueden tener implicaciones legales significativas. El caso también subraya la necesidad de ser cautelosos al usar emojis en contextos profesionales o legales para evitar malentendidos costosos.
En resumen, el caso de Chris Achter sirve como un recordatorio de que, en la era digital, incluso un simple emoji puede tener consecuencias legales y financieras significativas. Es esencial ser preciso y claro en la comunicación, especialmente cuando se trata de asuntos contractuales.