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La semana pasada, OpenAI lanzó una actualización de su popular chatbot de inteligencia artificial, ChatGPT-4o, que incluía una voz femenina interactuando con los usuarios. Esta voz ha generado polémica debido a su sorprendente similitud con la de Scarlett Johansson en la película de ciencia ficción Her del 2013. En dicha película, Johansson da vida a un chatbot que desarrolla una relación amorosa con el protagonista. El CEO de OpenAI, Sam Altman, ha expresado en múltiples ocasiones cómo esta película inspiró los productos de la compañía, incluso tuiteando el título de la película la semana pasada para subrayar la conexión.

El lunes, Johansson emitió un comunicado revelando que OpenAI le había ofrecido ser la voz del chatbot y, al rechazar ella la oferta, la empresa contrató a una actriz con una voz similar. Johansson se mostró “sorprendida, enfadada e incrédula” por estos acontecimientos. OpenAI defendió que la voz no estaba inspirada en ella y que fue grabada por una actriz diferente, pero decidió retirar la voz del chatbot de todos modos.

La reacción en las redes sociales no se hizo esperar, y muchos usuarios acusaron a Altman de actuar de manera poco ética. Este incidente no es la primera gran controversia para OpenAI, aunque sí una de las más destacadas. La empresa tiene un historial de tomar atajos en cuanto a permisos y derechos de autor, enfrentando las consecuencias después. Esta estrategia ha permitido a OpenAI crecer rápidamente, pero también ha generado intensas críticas.

Batallas legales por derechos de autor

El uso de materiales protegidos por derechos de autor para entrenar modelos de inteligencia artificial ha sido uno de los temas más debatidos. OpenAI ha admitido utilizar esta práctica, afirmando ante la Cámara de los Lores del Reino Unido que “sería imposible entrenar los modelos de IA líderes de hoy sin usar materiales protegidos por derechos de autor”. Esto ha llevado a varios creadores a llevar a la empresa a los tribunales para proteger su trabajo. Entre ellos, Sarah Silverman, que acusó a OpenAI de utilizar su memoria The Bedwetter para entrenar su modelo, y autores como George R.R. Martin y John Grisham, quienes también presentaron demandas similares.

El caso de Johansson es diferente porque no se utilizó su voz real para entrenar el modelo; simplemente contrataron a una actriz que sonaba como ella. Esta práctica no es nueva: en 1988, el cantante Tom Waits ganó una demanda contra Frito-Lay por contratar a un imitador para un comercial. Sin embargo, el uso de una voz similar a la de Johansson por parte de OpenAI refuerza la percepción de que la empresa recurre frecuentemente a elementos de la cultura pop para fortalecer sus productos.

Críticos de OpenAI han argumentado que la disputa con Johansson es un reflejo de un patrón de comportamiento engañoso por parte de Altman. Fuentes han señalado que Altman tiene un historial de ser manipulador, lo que llevó a la junta directiva a expulsarlo brevemente el año pasado, aunque regresó rápidamente tras recibir apoyo tanto interno como externo. Desde entonces, han surgido más acusaciones sobre su estilo de liderazgo, incluyendo renuncias recientes de altos ejecutivos que citan preocupaciones sobre la seguridad y los procesos dentro de la compañía.