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¡Atención, vikingos y entrenadores de dragones! El esperado live action de “Cómo Entrenar a tu Dragón” ya está aquí, y aunque llega con alas desplegadas, no siempre logra alzar el vuelo como esperábamos.

Bajo la dirección de Dean DeBlois —quien también dirigió la versión animada— esta nueva adaptación intenta recrear la magia del clásico de DreamWorks, pero en su afán por aterrizar en terreno realista, deja fuera algunos de los momentos más esenciales de la historia original.

La trama sigue la conocida historia de Hipo, un joven vikingo de mente brillante que no encaja del todo en la tradición guerrera de su aldea. Todo cambia cuando conoce a un Furia Nocturna herido —el ya legendario Chimuelo— y juntos forjan una amistad que desafía siglos de odio entre vikingos y dragones. Hasta aquí, todo bien. Pero el problema no está en el qué, sino en el cómo.

Este live action comete el error de añadir elementos innecesarios y eliminar escenas clave que eran pilares en la construcción del universo original. Por ejemplo, desaparece por completo el momento en que Hipo descubre que los dragones no son resistentes por dentro al fuego, lo cual en la versión animada da sentido a su victoria contra el temible Red Death. Aquí, ese enfrentamiento final queda vacío, sin lógica ni tensión.

Uno de los mayores desatinos está en la reinterpretación de los personajes. Astrid, quien originalmente era distante, pero justa, ahora se muestra innecesariamente hostil, transformándola en una versión que se aleja por completo de su esencia.

Además, se reescriben sus orígenes: en lugar de pertenecer al respetado clan Hofferson, como en la historia original, el guion la presenta como una chica sin nada, un cambio que contradice tanto el canon como el propio argumento del filme.

Y no se detienen ahí. La película introduce una mención confusa a la madre de Hipo, Valka, diciendo que él heredó su pensamiento libre de ella, solo para más adelante mostrar a Estoico diciendo que su esposa estaría decepcionada de él. Una contradicción que no pasa desapercibida para los fans.

La dirección artística es cuidada, los dragones lucen espectaculares, y el diseño de Berk tiene alma. Pero estos logros técnicos no logran compensar la falta de cohesión narrativa ni el desdibujamiento de personajes como Snotlout o los gemelos Ruffnut y Tuffnut, que apenas conservan rasgos de sus personalidades originales.

Las actuaciones, aunque bienintencionadas, carecen de la chispa y carisma que hicieron entrañables a sus versiones animadas. Y eso, en una historia tan cargada de emociones, pesa.

En resumen, este live action es una producción visualmente impresionante que intenta rendir homenaje a una saga muy querida, pero que tropieza al modificar lo que no necesitaba arreglo y al omitir lo que hacía a la historia verdaderamente especial. “Cómo Entrenar a tu Dragón” sigue siendo una gran historia… solo que esta vez, su fuego no alcanza a encender del todo.