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En una colaboración sin precedentes, la NASA se ha unido con el Vaticano para llevar a cabo una misión especial: recolectar y analizar muestras del asteroide Bennu. Esta alianza entre ciencia y religión tiene como objetivo principal comprender mejor la formación del universo. Pero, ¿cómo es que el Vaticano, sede de la Iglesia Católica Romana, se involucra en una misión espacial? La respuesta se encuentra en un especialista jesuita llamado Robert J. Macke, conservador de meteoritos del Vaticano, quien proporcionará un dispositivo personalizado para contener y analizar las rocas espaciales.

¿Por qué la NASA buscó ayuda en el Vaticano?

Hace tres años, la NASA envió una sonda llamada OSIRIS-Rex hacia el asteroide Bennu con el propósito de recolectar muestras y traerlas a la Tierra para su posterior estudio. Durante su viaje, los científicos descubrieron que Bennu tenía una superficie inusual, similar a una piscina de bolas de plástico. Ahora, con OSIRIS-Rex cerca de regresar a la Tierra, la NASA se prepara para recibir y analizar estas valiosas muestras. Es aquí donde entra en juego el papel del Vaticano y, en particular, del jesuita Robert J. Macke, uno de los principales especialistas del mundo en el estudio de rocas espaciales en términos de densidad y porosidad.

El jesuita ha diseñado un dispositivo personalizado que se utilizará en el proceso de análisis de las muestras. A pocos días de la llegada de OSIRIS-Rex, Macke se trasladará al Centro Espacial Johnson de Houston para colaborar con los científicos de la NASA. Utilizarán un picnómetro, un instrumento diseñado para medir la densidad de pequeños granos de grava, con el objetivo de descubrir los secretos que esconden las rocas de Bennu. A pesar de la colaboración, la NASA no realizará ningún pago a Macke debido a las creencias de los jesuitas.

Macke, conocido por muchos como el “hermano Bob”, ha expresado que no ve ningún conflicto entre la fe y la ciencia. Desde pequeño, ha tenido una pasión por el espacio, lo que lo llevó a estudiar astrofísica en el MIT y luego a la Universidad de Washington. Posteriormente, regresó a la vida religiosa y se unió a la Compañía de Jesús, una orden católica romana. Sin embargo, nunca abandonó su amor por la ciencia y, con el apoyo del director del Observatorio Espacial Vaticano, continuó su investigación desde una perspectiva religiosa.

La llegada de OSIRIS-Rex a la Tierra está prevista para el 24 de septiembre en el desierto de Utah. Esta colaboración entre la NASA y el Vaticano no solo es un testimonio de cómo la ciencia y la religión pueden trabajar juntas, sino que también destaca la importancia de la investigación interdisciplinaria para avanzar en nuestro conocimiento del universo.