Nice Dream Games vuelve a explorar la identidad, la percepción humana y la forma en que nos reflejamos unos a otros con Goodnight Universe, una experiencia narrativa que amplía y tensiona las ideas planteadas en Before Your Eyes. Disponible en PC con seguimiento de cámara opcional (no presente en consolas), el juego propone vivir la vida de Issac, un infante, pero con un giro: este bebé posee telequinesis y telepatía, capacidades que alteran la forma en que observa y se relaciona con quienes lo rodean.
Desde los primeros minutos, el título establece su ambición. La historia se presenta desde una voz consciente que guía recuerdos que el jugador revive de forma directa: golpear la bandeja de la silla alta, jugar con mordedores o quedar hipnotizado por el programa infantil Gilbert the Goat. Son escenas cotidianas que pronto revelan algo inusual. Issac no solo percibe el mundo de forma distinta, también interactúa con él mediante habilidades sobrenaturales que se traducen en mecánicas concretas.
El seguimiento facial y gestual es el corazón del diseño y del discurso del juego. Cerrar los ojos ordena un cuarto; parpadear enciende una luz nocturna; mover la mirada cierra puertas de gabinetes. Estas acciones expanden la idea central de Before Your Eyes parpadear para saltar en el tiempo, y la convierten en un lenguaje de interacción más activo, aunque deliberadamente sencillo. El control tradicional con mando existe, pero el uso de la cámara resulta más inmersivo y coherente con la propuesta.
La habilidad más destacada no es la telequinesis, sino la lectura de mentes. Aquí, Goodnight Universe brilla con creatividad sonora. En una escena memorable, la hermana universitaria de Issac recibe a una reclutadora que le resulta insoportable: su rostro sonríe, pero su mente estalla en una cacofonía punk de guitarras y gritos. Son momentos que funcionan como micro-radiodramas, capaces de sumergir al jugador sin necesidad de imágenes, alternando humor y melancolía con notable precisión.
A diferencia de Before Your Eyes, que seguía una progresión vital más convencional, Goodnight Universe se aferra durante gran parte de su duración, unas cuatro horas, a la perspectiva del bebé. Esto le permite arriesgarse narrativamente. El relato se vuelve, por momentos, abiertamente surreal y menos anclado a la realidad, lo que puede generar dudas sobre si alcanzará un cierre emocional sólido. Sin embargo, el juego entiende exactamente cuándo regresar a tierra firme. El desenlace no imita el de su predecesor, pero sí logra un impacto bittersweet que recontextualiza todo lo vivido.
El mayor valor del juego no reside en su esquema de control experimental, sino en sus personajes. La familia de Issac está escrita con una autenticidad notable: es caótica, afectuosa, herida y esperanzada al mismo tiempo. Los diálogos cargan un peso emocional que muchas veces solo se comprende plenamente al final, o incluso en una segunda partida. Nice Dream Games demuestra, una vez más, una escritura precisa, consciente y paciente.
Las actuaciones de voz acompañan ese nivel de calidad, aportando matices a una historia que evita idealizar la paternidad. Goodnight Universe observa a los padres como personas reales, con problemas de dinero, tiempo y expectativas, capaces de idolatrar a sus hijos sin dejar de sentirse abrumados. El elemento fantástico, un bebé telequinético, nunca eclipsa esa humanidad.
La música original, incluida una destacada canción de créditos finales compuesta por Oliver Lewin junto a Tanukichan, sostiene la identidad emocional del juego. El apartado sonoro sabe cuándo ser ligero, cuándo acompañar secuencias de acción, sí, hay acción, y cuándo golpear con precisión quirúrgica. La melancolía es un territorio que el estudio recorre con comodidad y convicción.
En términos de estructura, el juego no ofrece decisiones ramificadas profundas, pero sí elecciones menores que matizan escenas clave. Gestos como sonreír o fruncir el ceño, o decidir cómo Issac define ciertas ideas o disculpas, no cambian el curso de la historia, pero sí su tono. Son “ramitas” narrativas que otorgan agencia emocional sin comprometer la cohesión del relato.
No todo es impecable. Al ampliar las mecánicas basadas en cámara, algunas secuencias exigen una precisión excesiva en los movimientos de ojos o manos. Aunque el seguimiento es confiable, ciertos errores derivan en reinicios desde puntos de control, rompiendo momentáneamente el ritmo. En un juego tan enfocado en la narrativa, estos tropiezos resultan más notorios, aunque no llegan a empañar la experiencia general.
En el plano temático, Goodnight Universe se centra en cómo los seres humanos se perciben entre sí y cómo construyen su identidad a partir de esas miradas cruzadas. Cómo lo perdemos, cómo lo recuperamos, o no, y cómo afecta a quienes nos rodean. Aunque Issac parece el protagonista, pronto queda claro que funciona como un punto de observación para explorar las vidas de todos a su alrededor. El resultado es una reflexión íntima sobre la memoria, la infancia y la forma en que somos percibidos por quienes más nos quieren.
Goodnight Universe es mecánicamente accesible y emocionalmente complejo en su mirada sobre la identidad y el sentido de pertenencia. Bajo la apariencia de una historia sobre un bebé extraordinario, se esconde una meditación honesta sobre la vida, el tiempo y lo que dejamos cuando ya no estamos. Nice Dream Games vuelve a demostrar que sabe exactamente dónde tocar para que duela… y valga la pena.