La robótica blanda es un área que cada vez tiene más fuerza debido a las diversas posibilidades que presenta, pero también por los retos que supone su desarrollo. Hacer un robot a imagen y semejanza de los humanos y los seres vivos, es decir, sin la dureza de un metal y con la resistencia y la flexibilidad de humanos, animales y platas, es una tarea compleja que, sin embargo, tiene un importante beneficio en Medicina.

Actualmente se está buscando el desarrollo de brazos robóticos semejantes a los humanos, dispositivos capaces de viajar por el interior de los vasos sanguíneos y repararlos o de llegar al intestino para depositar un fármaco. Cada vez son más las utilidades que se están dando a estos robots, pero no siempre se consigue llegar a las partes más estrechas o profundas del cuerpo. En este sentido, investigadores de la Universidad de Minnesota se han inspirado en el crecimiento de una plata para crear un robot blando capaz de llegar a los puntos más complicados del tracto digestivo.

Los investigadores se han fijado en el crecimiento de unas especies fúngicas, un proceso que les permite navegar e interactuar con su entorno. La naturaleza ha sido siempre fuente de inspiración para la creación.

Este crecimiento se realiza a partir de tres principios: la presión por los fluido que se produce en las células deformando sus paredes extensibles y obligándolas a acomodarse en forma de punta; una síntesis localizada en la pared celular que polimerizan la punta para construir una estructura sólida, y el trasporte por la punta de los componentes celulares, un movimiento basado en medios activos y el flujo.

Los investigadores intentaron emular estos factores para crear el nuevo robot,

Estos principios permiten evitar la fricción con el entorno lo máximo posible, lo que es especialmente beneficioso en un ambiente tan tormentoso y arduo como es el interior del cuerpo humano. Esta solución de monómero líquido se activa con la luz, desencadenando un proceso de fotopolimerización que lleva a la creación de un tallo en la parte posterior del robot, según explican en el estudio. Este tallo, en constante crecimiento como las raíces fúngicas, empuja al robot a través de distintos canales estrechos y sinuosos como el intestino. Además, se le ha dado la capacidad de detectar el entorno, de tal manera que se puede utilizar para mapear el entorno por el que viaja.